Hoy
me apetecía un
paseo.
Un
paseo entre las nubes.
Lo
primero que
pensé fue
en
las cadenas y
barreras,
muros
autoimpuestos
que
me suelen servir de barricadas
invisibles y altamente poderosas, que tanto me han costado construir
y que
de
tanto también
me
han librado. Bueno y malo que más da, si se cierto
que no hay bien sin mal ni negro sin blanco, ni
luz sin oscuridad, ni castigo sin pecado … Y
a pesar de saber y saber nunca me he sentido en
absoluto sabia..
Por
el contrario siempre me ha gustado errar y vagar entre mis
numerosos
descalabros,
buscando con tesón no se bien el que y
sin
importarme mucho el cuando. Sabia que reconocería
la
razón,
segura
de estar y aceptando el largo plazo,
por eso no a existido ansiedad ni
inquietud, si acaso alguna lagrima en el trascurso del tiempo en la
oscuridad que intuía centraba el corazón de mi luna roja y la leve
pena (inevitable) de
la soledad a la que la dejé en resguardo.
Hoy
fiel a mi propia estela he decidido regalarme un suspiro y sin
temores ni pizca de remordimientos me dejo llevar por el trinar de
los pájaros…
Con
hoy hace cuatro
días
que me visita un Pajarillo
de plumas amarillas cola redonda y pico largo, el primer día
acurrucado en el alfeizar
de mi ventana medio encogido
y asustado se
resguardaba
del viento y mirando hacia dentro muy quieto y descarado mientras
recibe con gusto del astro sol sus últimos
rayos
El
segundo día
y si querer queriendo lo busqué con la mirada mientras releo por
quinta, sexta u octava vez ( no se ), una de las obras mas hermosas
que con mi alma
han conectado, Mas allá del Jardín
de Antonio Gala. Y
entre suspiro y suspiro ahí estaba él. El pequeño Pajarillo
sentado en sus patitas y mirando, ni el dijo pio ni yo dije ni mu
y así
hasta que el astro rey desapareció
y nosotros con el.
El
tercer día
(ayer) me vi anticipándome
a la cita, dejé un pequeño cuenquecito de agua y acomodé con una
tela suave
esa parte de la estancia donde esperaba que el se posara. Y
llegó y se posó con total confianza, yo esperaba libro en mano y
acomodada en mi sillón
su mirada descarada. Me maravillé con su compañía, la paz que de
el manaba y casi rogué en silencio que fuera reciproca tanta
admiración
y armonía, y pasó el tiempo que el astro necesitaba para seguir su
andar, cuando me di cuenta que aun no había leído la pagina
señalada, al mirarlo le vi levantar altanero su cabecita y gorjear
ágil y trinar tan rápido que casi me pareció una regañina, “hoy
te has distraído! Hoy no has leído! Me marcho!” (pensé)
Y
se fue.
Cuarto
día. Ahora sentada libro y gafas en mano aquí estoy, ya va bajando
el sol y con una sonrisa dibujada en mi cara espero ver, que me regala la vida.
Sin
miedo al vacío
Hoy
me apetecía un paseo entre las nubes